Te digo algo

El sentido de la vida se revela en un instante. 
No en uno en particular, en uno cualquiera, lo que es decir en todos. Todos los instantes son pasibles de ser escogidos como el instante clave que devela el sentido de la vida.
La vida no tiene otro sentido que la búsqueda de uno, la búsqueda constante, humana y tortuosa de un por qué para nuestra existencia.
Cualquier camino te lleva, cuando no hay adónde ir, o cuando el único final, la única meta posible es la nada, la vuelta a la nada de la que arrancamos.
Somos una nada devenida en pregunta, una pregunta que al ser respondida explota.
Y sin embargo,
ahí vamos, creyendo que hay un adelante y un atrás, que hay futuro, que hay pasado, que hay una respuesta que va explicarlo todo, una forma de vivir que es la correcta, un sistema hecho de bondad, un comportamiento adecuado, un sabor insuperable, un amor perfecto, un sueño eterno, un camino acertado.
La felicidad está ahí, a nuestro lado, en cualquier segundo de cualquier día. No la busques enorme, no la busques completa, no esperes que se presente, no le pidas modales. Y no le pidas que se quede, bailá con ella dos compases, tararí, tarará, y dejala que siga su camino por la pista, ya va a volver. 
Si la capturás, desaparece y no juega más. 
O se transforma, hasta ya no ser felicidad.



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