Por qué escribo

Necesito aclarar que pienso todo el tiempo; y que cuando no estoy pensando es porque estoy dormido. Y entonces sueño, y dormido hablo, me quejo, discuto. Me acostumbré a llevar siempre un vaso de agua a la mesa de luz, porque también debo dar conferencias, y se me seca la boca.
Por eso escribo bastante. No por afán de recibir un reconocimiento que posiblemente no merezca, sino por una pulsión irrefrenable de poner en palabras lo que pienso o siento.
 Escribir es casi como cagar.

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