Cansados de llevarnos puestos
¿Por qué estoy tan cansado? Me lo pregunto a cada
rato, cansado del cansancio que me persigue sin descanso. ¿Qué hice, para
semejante fatiga? No hombreé bolsas, no piqué piedras, ni cavé zanjas, ni
coseché papas. Si hasta trabajo sentado; tomo colectivos en horarios y zonas en
las que puedo sentarme, estoy sentado en casa, estoy sentado en el trabajo. Mi
vieja en la peluquería ha estado 10 horas de pie y yo acá, dele sentarme. ¿Será
alguna enfermedad, un parásito, ya me oxidó el oxígeno?
En este autodiagnóstico, y ya descartada la ausencia
de vitaminas y la posibilidad de una anemia, me meto obligado en el turbulento
mundo de lo anímico. El Ser, tengo cansado.
Como dijo un personaje de Osvaldo Soriano: estoy
cansado de llevarme puesto. La argentinidad cansa, es una armadura de plomo, un
yeso que cubre todo el cuerpo, un relleno de bulones que hacen a Argentina una
patria muy difícil de cargar. Lo mismo que te hace amar el país, te hace
odiarlo hasta la náusea; está lleno de gente hermosa y solidaria / es un
estanque de soretes que hacen imposible un futuro.
Uno lee un twit
de Elisa Carrió, diputada nacional, 150 mil/200 mil pesos por mes, servicial escritora
de tramoyas de ficción con la embajada, muestra un meme donde se la ve tirada
al lado de una góndola; Lila Carrió escribe: “Los precios más bajos son
inalcanzables para viejos como yo”.
Es María Antonieta, diciendo que coman torta los que
se quejan por falta pan. Pero ahora no está bien visto guillotinar hijos de
puta. Agota el esfuerzo interno por contener esa ira, porque somos mejor que
ellos, porque no somos Chocobar ni Pato Bullrich, despreciamos a los asesinos,
no lo somos, los juzgamos, los juzgaremos por ahogar a Santiago, por fusilar a
Nahuel, por encerrar a Milagro y afanarse el país. Pero qué ganas que dan de
ser peor que ellos, de pagar con una moneda más fuerte, de hacer una achuría.
No, tragamos odio y seguimos, nos enteramos de criaturas que no comen y
seguimos, cierran las fábricas, se la están robando toda y seguimos, mienten
descaradamente y seguimos, reducimos los gastos, con zapatillas hechas pelota
seguimos, seguimos sin manteca, sin queso, sin carne. Una noria que hacemos
girar desde que nos levantamos hasta que morimos de sueño, bruxando, rendidos
en un cansancio que corta nuestros piolines de títeres abandonados. Y a la
mañana temprano otra vez, suene el despertador o no suene, alertas como en una
guerra, mal dormidos, trasnochados, angustiados, escapando del pánico, no
aflojando para que no te vean aflojar los hijos, hay que seguir mis amores, hay
que seguir.
Una y mil veces
entrando en las redes para que el algoritmo (que te cree el más masoquista de
los seres) te llene los ojos de la ignominia de estos hijos de la mierda, de
esta ópera maléfica que se te ríe en la jeta. Un ícono para me gusta, pero no
es que me gusta, me gusta que alguien haya dicho algo que me representa, tal
vez un tipito amarillo con una lágrima, o mejor el otro circulito con la cara
roja. Porque me enoja, todo me enoja, me ofende, me subleva, me saca, me
enciende, soy todo un puño de un boxeador que pelea con su sombra. La pelea que
no tiene lugar, el enemigo que no tiene cara o tiene demasiadas, la
potencialidad de un acto de justicia que nunca llega…
Qué coraje
tenemos, carajo, qué huevos, qué ovarios, qué admirable carga de energía
potencial nos tragamos todos los putos días de la vida desde hace 3 años.
Ahí estaba el
cansancio. Todas las trompadas que no dimos, la sublimación permanente de
nuestros impulsos más profundos, una bomba atómica en el pecho, rayos láser en
los ojos, masticando las balas que estos sátrapas merecen, la huelga general
que nunca llega, el helicóptero que no despega, la sonrisa que los mierdas
compran en la televisión… la caballería salvadora que se nos extravió en el
camino.
Cuando llegue, cuando por fin llegue, vamos a celebrar
como vikingos. Pero estoy seguro que muy en pedo, ya en la madrugada, ya
asomando el sol sobre la fiesta, gritaré un reproche por lo solos que nos
dejaron.
Porque nadie la viene pasando peor que la gente común.
Editorial 09/04/2019 en Resentido Común - Radio Eter Mar del Plata - 104.3
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