Jajaja
Antes venía acá, a este arcaico medio de comunicación personal, para llorarme las lágrimas que nunca me caen. Porque no me caen lágrimas, y eso es malo. Antes venía acá a que me caigan letras de los ojos secos, a dejar registro de los dolores y los pesares.
Hoy resulta que me escondo para reír. La felicidad es más difícil de caretear que los bajones, y tiene menos prensa y admiración. Estoy tocando la felicidad de a ratos, me escapo de mí y la veo furtivamente, como a una amante. Se va, viene, promete un día mudarse conmigo. Yo la verdad que no quiero, no quiero la felicidad eterna, no quiero la sonrisa constante, no quiero ninguna forma de eternidad. Es sobre la muerte que se coge bien con la vida, es que un día se termina lo que hace al juego interesante.
No sé, me encontré con una flor y no se si me miente y me hace mentir. Hago este rápido informe de un buen estado. Lo dejo acá, adonde me visitan un par de almas tal vez afines y algunas más que creerán serlo aunque me repugnen. Lo tiro al aire como a mis propias cenizas. Lo dejo en suspensión para que brillen las partículas felices cuando alguien logre abrir esta pesada persiana.
No hay secretos para la felicidad, muchacho. Hay que morderla cuando la veas pasar.
Carpe diem hermano.
Comentarios
Carpe diem.
Ale Bortolus