Formas de escapar a lo demasiado


Una de las primeras escenas, en el traslado a la pantalla de "Harry Potter y la Piedra Filosofal", es la de la carta de Hogwarts. El niño mago encontró el sobre lacrado entre la correspondencia que iba a entregar al Tío Vernon esa mañana, pero antes de poder siquiera agarrarla, el primo Dudley se la escamoteó, haciendo todo un escándalo, le resultaba demasiado extraño que el huerfanito recibiera correo. Después Vernon se encargaría de destruir esa carta, con el contenido que ya bien conocía por antecedentes familiares. Pero las lechuzas de la escuela son persistentes, y no abandonarían la misión hasta que Harry leyera el mensaje de la dirección. Así que los plumíferos empezaron a amontonarse en torno de esa vivienda, en el número 4 de Privet Drive, después de meter cada uno su copia del sobre por donde cupiera.
 Unos minutos después, resulta desesperante que el boludo de Harry no pueda agarrar una carta, sobre todo el domingo, cuando las lechuzas hicieron entrar una marea de sobres voladores por la chimenea. Dale, pibe, manoteá una del piso y corré pa la pieza!

 Es lo que pasa cuando las posibilidades son demasiadas, la capacidad de decisión tiende a bloquearse.
  Es lo que han entendido los peces que conforman un cardumen, la ventaja de la asociación; ante ellos, el tiburón se debate entre considerarlos como un sólo gran pez o como una excesiva multiplicidad de  posibles víctimas. Para cuando reaccione, los astutos peces se habrán tomado el palo (acuático).

  Uno de los motivos de la angustia es la indecisión entre múltiples caminos. Cuál es el correcto, cuál el más corto, cuál el más placentero. Imaginemos una heladería que sólo tuviera dos gustos, chocolate y vainilla. Eso reduce las opciones a tres: todo chocolate, todo vainilla, mitad chocolate, mitad vainilla. No es una heladería muy próspera, pero no produce angustia. Ahora imaginemos una heladería con mil sabores, en la que sólo para el chocolate existieran 200 variedades. No sólo la elección insumiría mucho tiempo, sino que aparecería la angustia, por el convencimiento de que nos resultaría casi imposible elegir la mejor opción.
  Según Renata Salecl, filósofa que abordó el asunto, "uno de los tópicos más desequilibrantes del mundo actual es la contradicción entre el mandato de búsqueda del placer y la incapacidad para lograrlo. La ilusión de que el futuro está en nuestras manos y no somos capaces de inventarnos una vida mejor. El capitalismo con sus millones de opciones para consumir y gozar contribuye al proponer una supuesta libertad que sólo se deriva en indecisión y más angustia".

  Agreguemos a ese sentimiento universal el color local de ser argentino, de estar en esta época de empobrecimiento planificado. El resultado, al que se suma un fortísimo sentimiento de indignación por las injusticias cotidianas, da un estado generalizado de emoción violenta, las ganas de prender fuego todo, por la cual mi pareja reclama que le obsequie un lanzallamas.

  Pero hoy pensaba en esa estrategia del cardumen aplicada a algo muy concreto, las noticias. Las noticias son muchas, demasiadas. Un ser humano de la actualidad está expuesto, en un sólo día, a muchísima más información que a la que uno del medioevo podía exponerse en toda su vida. No hay cerebro que aguante, no existe la más remota posibilidad de que pueda tamizarse ese bombardeo para quedarse con lo de verdad importante.

  Lo que hacemos es, como siempre, dejar que los medios jerarquicen los datos, nos armen el pedido del helado que nos vamos a tomar, tratando cada uno de elegir el medio que más se acerque a la propia ideología y a los propios intereses.
  La otra forma es declararse independiente, transformarse en un cazador recolector de lo que debe ser sabido. Pero es una tarea imposible, eso es estar sólo frente al mostrador, frente al heladero con el cucurucho vacío en una mano y una cuchara en la otra. Dale.
 Lo que hacemos entonces es acudir a los semejantes, liderar y dejarnos liderar por nuestros grupos de pertenencia, nuestros contactos de las redes sociales, que debaten públicamente y a cada rato cuál es la verdad de la milanesa, cuál es el nudo gordiano de lo que nos afecta a todos.

  Está claro que no hay una solución perfecta. La individualidad es trabajosa e insoportable, el gregarismo nos obliga a transitar senderos a los que se accede por mayoría de votos. Una lluvia de memes, una cadena de mensajes, determinan el tema del momento y  también lo que opinamos al respecto. Últimamente descubrí que, así como es nula nuestra capacidad de modificación de las líneas de trabajo de los grandes medios, es prácticamente imposible torcer las convicciones del resto de los pescados. Es verdad lo que el grupo dice que es verdad, y sanseacabó. A lo sumo se pueden acumular unos likes si lo decimos bien, pero andá a cambiar el rumbo con algún cuestionamiento acerca del carácter verdadero de la verdad. Jugás para los tiburones. 



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