La seguridad te la da el Estado. En estos días lleva cara de correntino y se para de a dos en muchas esquinas, con uniforme de Prefectura. La seguridad consiste en mirar o en ser mirado desde un centro de avistaje. Las cámaras pueden verlo todo, y basta con eso para estar a salvo. La seguridad se compra, en multiplicidad de productos y precios, que va desde un aerosol con gas pimienta hasta sofisticadas alarmas monitoreadas, constituyendo partículas de seguridad. La seguridad son hábitos de resguardo y de sospecha. Pero si el esfuerzo de consuno entre el Estado y los particulares fallare, habrán de adoptarse medidas drásticas. Linchamientos, ejecuciones, escuadrones de la muerte, escarmientos, esas cosas. Se buscarán, para llevarlas a cabo, a hombres sin escrúpulos, de probada experiencia en derramar la sangre necesaria cuando sea necesario. Porque acabar con las hormigas de una puede no ser eficaz, pero es divertido y relajante. Entonces, cuando media sociedad vigile y amedrente a l