Historia demasiado corta
Es la fiesta de casamiento de los enanos. Van llegando los invitados al galpón del club acondicionado con guirnaldas, luces de colores y hasta máquina de humo. Hay enanos y hay normales, todos vestidos apropiadamente. Como hace calor, muchos hombres llegan en manga de camisa y tienen lamparones de sudor en los sobacos, mucho antes del carnaval carioca.
El enano vende biromes en los micros, a los que se sube veloz pero con esfuerzo. Supo estar en un circo, pero la exhibición de rarezas humanas declinó tanto como la de tigres azotados. Así que perdió su pasión por obra del humanitarismo ajeno.
Ella fue puta un tiempo. Es enana y bonita, bien proporcionada y con culo y tetas algo más grandes que lo corresponderían a la escala. Nunca dejé de inquietarme al pensar a sus clientes como pederastas potenciales. Dicen que era una fiera, una fierita dicen. Después empezó en el maxikiosco de la prima, donde conoció a Cortito.
Hay canapés y copa de espera. Después de un rato llegan los novios en el fitito con moño que les preparó y manejó Roberto. Vienen de sacarse fotos en el parque del museo, en la costa y en los subibajas de la plaza Mitre.
En un momento, después del primer plato (pollo o sorrentinos, ambos demasiado fríos) el animador interrumpe los temas de Montaner y llama a los concurrentes a la pista. De a poco se juntan los de siempre: el tío borracho, el lote de mujeres solteras que bailan juntas, los que tienen cara de culo porque no les gusta bailar, el gay que se mueve como una anguila.
A los novios los turnan para bailar, como es costumbre, con gente del otro sexo. A Cortito lo ponen con una alta a la que no deja de mirarle la bombacha por en medio de un tajo del vestido, mientras le grita frases con su voz de helio que él cree ingeniosas. En el lado del galpón donde anda Rita (le quedó Rita como diminutivo de "Mentira") están haciendo el juego de tirar gente para arriba. Primero le toca al tío en pedo, después a un par de bagartos y ahora a ella. Los lanzadores sobreestiman el peso, la enana va a dar al techo y queda agarrada de los fierros, puteando y pataleando en el aire como un juguete a cuerda que se encuentra con la pared. Todos se matan de la risa.
El enano ni se da cuenta porque sigue mirando la bombacha blanca de encaje. Lo van a llamar tentados de risa mal. Y el enano llega corriendo justo cuando Rita se anima a soltarse.
Cuestión que la enana se rompe bastantes huesitos porque la atajan a medias porque los rescatistas están retorcidos por las carcajadas. Los enanos se van al hospital y la fiesta sigue, de lo más animada.
Una tía se desmaya, pero por otra cosa.
Comentarios
Acá en Galway hay un enano matón, lo mirás y te surte.
Perdón, me brotó el Rial. Pero el cuento es medio amarillista, aparte de excelente. Un abrazo.