en los meandros del super
De la manito de Lara, descendimos a las mazmorras de Carrefour, allí donde caen los que tienen la osadía de hacerse pis.
Los centros de compras abominan de nuestras visceras, a excepción claro de nuestros bolsillos. Esconden sus baños en lo más remoto del edificio, donde ubicarían las celdas para cualquier pecado del capital. Contra el capital, serían.
La cosa es que Lara quería ir. Y a mí me tocaba llevarla. Escaleras abajo hallamos las dos puertas. Como las de la dama y el tigre, sólo que aquí era damas o caballeros. La de caballeros no me parecía conveniente porque la meante era una dama, pequeña pero dama. Y la de damas no me parecía conveniente porque el acompañante era yo.
Dudé ante los dos caminos y a un par de señoras le parecío jocoso.
Finalmente entramos al baño de hombres, buscando un inodoro que se lo merezca. Todos eran una inmundicia, y como además estaban detrás de una larga hilera de tipos meando en mingitorios, salimos de ahí a toda marcha.
Después fuimos al baño de mujeres. En la puerta nos despedimos. Una y otra vez le recomendé que se siente en el inodoro más limpio, pero ambos sabíamos que -urgida por el pis- eso sería cuestión de casualidad. Finalmente se perdió de mi vista en uno de los baños. Como casi estaba vacío, estuve a punto de dar unos pasos. Después vi como Lari emergía con los calzones y jeans abajo y extendía su mano para que una señora solidaria le diese un pedazo de papel. Me faltó eso, supuse que como era Carrefour...
Me encontré con mi hijita en las canillas mágicas. Se lavó maravillada y le dije que se seque con mi jean.
Subimos a la superficie pulcra e iluminada.
No puede ser tan complicado ir a mear.
Comentarios
Osvaldo
Bah... suerte dije? Debo estar loco...
Deberia haber baños para niños con "seños" que los ayuden a levantarse la ropa. (me fui al carajo, no?)