Negocios
Encontré un significado nuevo para una anécdota vieja. Mi papá contaba que cuando hizo la colimba -que le tocó en ejército, en la reyerta entre azules y colorados- le afanaron como tres veces el jarrito de metal. Harto, levantó del piso uno que había pisado un tanque. Lo abrió, le devolvió funcionalidad y se lo quedó. Y a ese no se lo chorearon nunca. La historia siempre me pareció medio pedorra, con algo de injusticia y conformismo. Pero hace poco me redacté tres ideas rectoras, algo así como verdades personales, que vienen a encajar en una moraleja contenida en ese artículo castrense. MI padre descompuso el valor del jarro en dos, la utilidad y la belleza, y usó uno para comprar un tercero, la tranquilidad de no volver a soportar el despojo. Y fue un negocio inteligente, porque no hace falta belleza para tomar mate cosido. Muchas de las llamadas carencias, esconden el pago de cosas intangibles que compramos sin darnos cuenta. Y son más de las que un mundo cotizado