Autoestimándonos
Últimamente estoy harto de la agenda informativa de los medios y de los posteos y temas de las redes sociales.
En mi país, el campo de juego para los temas de actualidad está achicado con empecinamiento por los grupos "todo mal" y los grupos "todo bien", en contra o a favor de la gestión de gobierno. Me agota la estrechez de miras que nos da ese maniqueísmo furioso. Me agota, me subvierte, me crispa.
(Tomando en cuenta ese marco, yo ya debería estar tomando partido por Gobierno u oposición. Hay que elegir? Anotame en Gobierno y dejame de romper los huevos.)
Porque además de la política ejercida por los representantes, hay mucha política puesta en nuestras decisiones cotidianas. Todos tomamos partido, por acción y por omisión. Pero la partición que nos permite tomar partido, no tiene en todos los casos una sola rajadura, tiene más, son infinitas, no deberían reducirse a los nombres de las papeletas.
Para muchos, esa recuperación de la política, debe agradecerse a los Kirchner. Yo creo que no. Ellos han tomado la maravillosa decisión de poner a la política por encima de la economía. No es poco, sobretodo porque además esas decisiones políticas en la conducción económica, van por la heterodoxia y con cierto keynesianismo, con medidas contracíclicas.
Pero me empeño en decir que la recuperación de la política es, ha sido, popular. Viene de abajo y viene de las crisis que atravesamos en 2001.
Justamente pensaba en eso anoche. Estaba viendo un documental que hizo la CGT francesa en 1969. Los tipos discutían la posibilidad de construir una sociedad sin patrones, en medio de la ebullición que antes dio nacimiento a los hechos de mayo del año previo. Y bueno, discusiones entre comunistas y socialistas, por ahí aparecía un pragmático a decirles que eso era una gilada, etc. Interesante.
Y me quedé patitieso al caer en la cuenta que los argentinos ya lo conseguimos. No somos más que nadie, eso está claro, ni siquiera somos la potencia futbolística que nos creemos. Pero, en medio de la peor crisis que ha atravesado este país, varios grupos de obreros se reunieron en sus fábricas cerradas (por patrones que no la aguantaron y se tomaron el buque), hicieron asambleas, tomaron las usinas, prendieron las máquinas de nuevo y sacaron la cosa adelante. Uno lo toma así, como cosas que pasan, pero es extraordinario! La fábrica de mosaicos Zanón, el hotel Bauen, fábricas textiles... Y después salieron a reclamarle a la superestructura las leyes que sus cambios impusieron .
Uno ve el modelo alemán, tan correctito, con una suerte de cogestión obrero/patronal, con directorios mixtos que toman decisiones conjuntas, y se dice que está bien, que es la consecuencia de muchos años de lucha bien encaminada, que así les va de lindo y con eso les rompen el culo a los trabajadores de otros países para que no se les caiga el propio. Pero esto de acá salió de la emergencia, salió de la olla popular, de la quema de neumáticos cuyo humo interpelaba a una dirección política y empresaria huyendo en desbandada.
Uno se conduele de los españoles y los griegos. Porque uno sabe lo que es que el sistema te inmole para salvarse. Y al mismo tiempo uno (yo) recuerda/o que aquí zafamos bastante de esa soledad afilada que hoy cortajea las caras del viejo mundo. Aquí, cuando empezó el hambre bravo, algunas madres desperdigadas por los barrios decidieron agremiarse para mangar comida. Y florecieron comedores infantiles por todas partes. Y al mismo tiempo hicimos asambleas en las plazas. Y si no podíamos tomar decisiones por el todo, tratamos de paliar el resultado sobre las partes. Y nacieron clubes de trueque donde intercambiamos bienes y servicios, volviendo a la economía más primitiva (y por ende más lógica), anterior a la moneda.
Todo esto que decido memorar tiene para mí un valor histórico claro, definitivo e indeleble. No fueron entretenimientos de un pueblo aburrido. Por el contrario, fueron el numen de lo bueno que tiene la sociedad de estos días. La conducción vale en los grandes cambios, como valió con Perón y antes con Yrigoyen, vale en su capacidad de interpretar, reforzar, sostener y hacer crecer desde la audacia lo que llega desde abajo.
Nada. Que podríamos darle cursos a los indignados.
Comentarios
Y la clase polìtica lo sabe.
Cuando cambiarà eso?
Un abrazo.