Superyo, hablemos sobre Ello
Sus acciones son como siempre han sido: salvar un ómnibus en llamas por la mañana, convertirse en rieles para un tren en peligro por la tarde, aniquilar uno que otro archivillano antes de dormir.
No han variado ni su capa ni sus brazaletes, lava seca y vuelve a usar el mismo calzón colorado.
Por eso se pregunta si hay kriptonita en el agua (ahora que han descubierto arsénico, bien podría ser) o si será la gente la que ha dejado de apreciar sus valientes acciones.
Le resulta ajena la carencia de hurras y vítores. Detiene un avión con sus manos y apenas oye algún "gracias", como si sólo se tratara de ceder el paso frente a una puerta giratoria.
La superautoestima le tiraba de la capa. Se devanaba los sesos con el culo en una gélida cornisa, cuando de la noche saltó una posible respuesta.
No eran las masas aburridas de sus gestiones superheroicas. Las masas estaban aburridas, pero no era eso.
Ni los presupuestos agotados de la metrópoli, que una vez y otra debían emparchar paredes derretidas y puentes hechos polvo.
No.
Al supermuchacho le había crecido una de sus hijas. Sin que él se diera cuenta, la niña iba pidiendo permiso para salir de la infancia. Y en ese tránsito, el padre debía perder poderes para ganar esa personita el vuelo necesario.
Eso era todo. O acaso el agua también trae un poco de kriptonita.
Comentarios
Y los chicos suelen crecer más rápido que lo que uno quisiera.
Hay veces que cada uno esta enfrascado en su pequeño universo y no aprecia las acciones del superheroe,pero si faltara todos lo extrañarian muchísimo.
Nélida
Y más de una vez termina a los gritos como Tarzán...
C'est la vie...