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Mostrando entradas de abril, 2015

Hay que refundar la juventud

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   Que no decaiga la militancia. Se andan necesitando más chicos que militen. En cualquier cosa, en la iglesia, en los scouts, en partidos políticos, movimientos sociales, en colectivos de arte. Pibes que muevan.  O se involucran y participan, o tendremos que idear una forma de refundar la juventud. Porque el sistema* nos la está quitando; esta vez no los desaparece sino que desaparece la batería de valores de los que supieron armarse los jóvenes a partir de los '60: rebeldía, incorformismo ante lo establecido, ganas de quemar el viejo orden, exigencia de lo imposible. *El sistema que es un Hidra de mil cabezas, y que no se puede decapitar porque es acéfalo. El sistema que no tiene una oficina central llena de villanos en una mesa, planeando la destrucción del espíritu humano. El sistema al que las cosas parecen salirle de ojete, al que las cosas le salen bien porque cada vez encuentra menos oposición y se puede dedicar una y otra vez a rectificarse por la vía del ens

Mi papá pintó el mar

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Sobre el final de sus días el viejo pintaba muy bien. Se internaba en el quincho, con sus deformados lentes de marco de metal montados sobre la nariz, y se ponía a domar los óleos para que le entreguen el color que pretendía. De tanto darle al pincel, alcanzó mucha eficacia figurativa, llegando a reproducir con fidelidad las fotos que él mismo tomaba.      Yo era un pendejo medio soberbio y no sabía que a mi padre le quedaba poco, nadie sabía que la muerte lo iba a esperar en una montaña nevada de Bariloche. Así que, si bien le elogiaba la destreza, callaba que me resultaban un poco aburridos sus temas. Un gato de angora delante de un terciopelo negro, un camino jujeño, mi hermanita sosteniendo una muñeca. También hizo un par de marinas, muy bien marinadas. Uno de esos cuadros, en realidad una tela en su bastidor, pende sobre mi cabeza al acostarme; son lanchas pesqueras amarradas; y una lleva mi nombre: Jorge I. Me ocupé especialmente de heredarlo, entre los muchos que fueron a

Por qué no hago radio

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  Este posteo le va a interesar a poca gente, y lo digo como si todos los demás que escribo hicieran colapsar la capacidad de visitas que permite blogger.    No obstante, me interesa responderle a esos pocos que han tenido la bondad de escucharme durante 15 años ininterrumpidos en la radio, con énfasis en un programa que alcanzó una relativa trascendencia llamado El Puente, y que todavía hoy me preguntan ¿por qué no estás al aire?   Querido amigo, la historia es larga. Empezaré por decir que buena parte de mi trayectoria fue desarrollada al amparo de cierta institución cooperativa, que toleró a un grupo que yo integraba y que tuvo la osadía de convertir lo que era una propaladora interna de un complejo turístico, en una emisora de frecuencia modulada, una de las primeras de mi ciudad y de las que alcanzó más prestigio. Muy de a poco y con mucha más dedicación que presupuesto, con cartones de maple cubiertos por arpillera, fuimos construyendo un proyecto comunicacional, pol