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Mostrando entradas de mayo, 2014

ay dios

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Orgullosos cuentan haber hecho la apostasía, haber llenado el formulario de desafiliación católica. Muy bien, cuánta osadía! al Papa le debe hacer tanto daño como el que le hice a Movistar cuando me pasé a Claro. Lo fundí, yo sentí que ahí empezó su debacle final. Por qué no nos metemos con dios? Eso sería tener cojones. Propongo armar una contra-religión. Y me explico. Fui creyente, y después se me pasó. Después dije que al fin, quién puede saber lo que hay más allá; me hice agnóstico. Ahora tengo ganas de volver a creer, para bardearlo. Deificar un sujeto imaginario, atribuirle omnivisión y rayos láser que le brotan de las cuencas. Un ser todopoderoso y cretino, dador de limosnas que saca de un bolsillo repleto, un sádico cuentapropista. - Buenos días señor! Somos estudiantes de la biblia y... - No puedo ahora, estoy ocupado, estoy bien con la religión que tengo, dejen dormir a la gente! - No, no, usted no entiende, no le ofrecemos ninguna religión. - Cómo

Blanco de la realidad. Como quien dice "blanco de ave".

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Hay comidas a las que les da hambre algunas de mis ropas. Qué tendrá que ver comerse las eses con sentirse popular. Se inventó un nuevo aparato que permitirá comunicarnos mejor. El conservadurismo de ciertas transgresiones. Entrando al cerebro por el agujero del humor. No vayas al súper super-hambriento. Me comí un masetero. Bananas que se abren mal... Por momentos las ideas se me apelotonan, suelto los titulares a ver si sale poesía automática. Y no. Pero corro el riesgo de volverme abstracto. Hace mucho pensaba que Rothko era un chanta, como me lo parecían todos los pintores abstractos. Y después (por un video que vi en Encuentro) comprendí que no, que había una buena razón para hallarle sentido a sus rectangulitos. Resulta que era figurativo, lo fue, se volvió abstracto. Y lo re-entiendo: la realidad puede aumentar de dimensiones, engordar tanto sus colores, aullar tanto el hocico del perro, que las cosas hipertrofiadas tienden a mezclarse, como

Impulsos (sin corregir)

Escribo, escribo, escribo todo el tiempo. No se si va a convertirse en algo, no me interesa, me resulta penoso el camino de los escritores que publican. Bien por ellos cuando se consagran. No es ese el tema. Mi tema es esta enfermedad de poner todo en palabras, de traducirlo todo en letras, de estallar en oraciones, comas, puntos, puntos y comas. Quiero mudarme acá, a las palabras quiero mudarme, perder la imagen, dejar de peinarme, cagar en prosa. Editar, si! eso, editar. Poder corregir y volver a corregir, de manera que las palabras se lleven, bailen, canten, cojan. Arrastra la seda la reina Isabel. Cada vez con más fundamento, el mundo todo puede parecerme una porquería (con las obvias salvedades). Pero tolerable si lo pienso escrito, si traduzco los gestos, si convierto a las personas en personajes. Los veo, los leo, los reconozco, los tipifico, los encasillo, los exagero. Una mirada que se cruza, las monedas que el cajero coloca en su mostrador con desprecio, el olor de la cebol

Está lloviendo...

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 No se si es André Rieu con Adiós Nonino lo que me convenía. Esto de estas épocas, ser uno el medio de comunicación y andar seleccionando música en youtube, tiene sus desventajas. Pero sí, ahora la música crece y yo escribo apurado. Con la lluvia se me llenó la cabeza de palabras. Vine y saqué todo de la mochila: el libro, el medio pebete en su bolsita, la bufanda. Pero acá recordé que es impermeable por dentro. Había quedado fuera del círculo seco de mi paraguas. Paraguas, pensé en paraguas hoy. Pero antes, vine en un micro que esperé mucho tiempo. A propósito esperé ese. El paraguas es nuevo y lo estrené hoy. Así que me gustaba estar parado en la avenida y escuchando el golpeteo de las gotas sobre él. Y ver de paso el río que pasa por el cordón de la vereda, reflejando luces de neón. Terminé solo en el colectivo. Hasta en un momento flashié con levantar la mirada y que no haya conductor. Terminar solo tiene su lado bueno, el colectivo parece un taxi. E iba despreocupado de pasar

Instrucciones para comer duraznos (reedición)

Para comer un durazno maduro acaso primero deba proveerse de un babero grande o tener una toalla a mano o desnudarse el torso. Porque es una fruta destinada a manchar la ropa y a llenar la cara, barba, dedos con su generoso y abundante jugo. Coloque el durazno sobre una superficie despejada y dedíquese a observarlo sin tocar. Perciba primero su perfume, deje que penetre en sus fosas nasales para acondicionar el ambiente de los sentidos con su dulzura etérea. Después observe la fina armonía de su forma. Desintegre el todo llamado durazno en una multiplicidad de partes y atiéndalas en particular. Primero el color. Estamos hablando de los duraznos amarillos, de piel aterciopelada y hueso no adherido a la carne. Fragantes. Blandos pero turgentes, con el color justo que la naturaleza pinta para llamar a los comensales, sean estos hombres o bestias. Es indefinible este color, tanto que en sí mismo es referencia dentro de la paleta de la naturaleza. Puede variar en sus partes más voluminos

GLOBOS (Admiro vuestras capacidades de llorar)

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Quiero escribir algo, un libro. Quiero todo el tiempo decir. Quiero pintar un cuadro. Acaso haga algo de eso (seguramente decir), o capaz no haga nada, y hasta me quede callado. De a ratos confío en la palabra, llego a creer en su capacidad de redención. Y en otros momento me coso la boca; no porque las cosas no puedan decirse, seguro alguien más ya lo ha dicho, sólo que a nadie la importa. Vamos cada quien con nuestro globo de diálogo, abriéndonos espacio entre una nube de globos. Permiso permiso señora, no ve todo lo que tengo que decir. Vamos a las redes sociales y los pegamos con cinta skotch. Y a lo sumo podrá gustarle a unos cuantos. No resuelve lo que dice decir el  dicho. No resuelve la sensación de pedazos de hule pegados en la cara cuando alguno de mis globos explota sin que nadie lo oiga.