Y en el culo se meterán el Jarabe del Olvido, ahora y siempre
No se puede olvidar la picana en las encías, en la concha, en los huevos, la corriente pasando por todo el cuerpo no se olvida. No se puede olvidar parir en una celda y que se lleven el bebé, se lleven a tu hijo todavía mojado de líquido amniótico, se lo lleven para la casa de unos militares estériles, con su identidad tirada junto a la placenta, cómo lo vas a olvidar. Como no se puede olvidar que tu hijo no vuelva, que preguntes y nadie sepa, no se puede olvidar la convicción desesperante que no se lo tragó la tierra y sin embargo no está, ni muerto ni vivo. Los judíos no olvidan la Shoá, los palestinos no olvidan la Naqba, los armenios no se olvidan de lo que les hicieron los turcos. Tal vez se pueda olvidar que te haya mordido un cocodrilo, pero es imposible olvidar que el dolor más intenso, la crueldad más desaforada, la maldad más creativa venga de otro ser humano, y mucho menos si ese humano hablaba tu idioma, gritaba los mismos goles, si no era un invasor, si había pe