Niebla
El aire está raro. Está cambiando el clima, como la otra vez. No hay nada, no pasa nada, no hay reacción; anomia, abulia, embolia. Y sin embargo pasa todo, pero un todo que no tiene carnadura, es un todo espiritual, es una nube de pedo, es una entelequia inasible, un disgusto invisible, una ira inefable, que busca la chispa que decore la realidad con llamas. Los jinetes del apocalípsis montan caballos a los que han puesto pantuflas acolchadas. El piso reverbera por el peso pero no se escuchan los cascos, apenas unos avisos de despido, de corte o desalojo dan cuentan de su paso. Hay que sumergirse en la bañera, hay que tomar aire y hundirse para escuchar el galope, que se confunde con latidos del corazón. Recién vi una escena que cabe en un gif. Una mujer va despacio en bicicleta. Va cambiando de mano para conducir el manubrio, porque con la mano que suelta, se va secando lágrimas lentas que le caen de sendos ojos. En el caño de la bici va un flacucho con gorra y cabez