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Mostrando entradas de 2012
Como viene fin de año...me acordé de esta carta que escribí para la seño Eugenia. Querida Seño: Te agradecimos personalmente. Pero decido escribirlo, acaso para poder expresar mejor la dimensión de este “gracias”. Todos hacemos lo nuestro. Cada quien con su ocupación, con su trabajo, hace lo mejor que puede. A veces ponemos más ganas, otras menos. Y por cierto los agradecimientos no abundan, no es más ni menos –entendemos- que la responsabilidad que nos toca. Pero a vos sí queremos decirte gracias. Porque de todos los trabajos que existen, el tuyo tiene que ver con nuestra mayor riqueza: nuestros hijos.
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Creía que la vida estaba parcial o totalmente desacomodada.  Después creía que la vida consistía, justamente, en armar el rompecabezas que se te desparrama sobre la mesa en una especie de juego sádico del destino. Porque además, el tablero del vecino parece siempre más ordenado. Últimamente creo que un montón de movimientos en el sentido de acomodar, no sirven para nada. Viene el viento o viene el  mar y te tira todo la mierda y que la única manera de "ganar" es no querer hacerlo. Ni los grandes legados económicos o filosóficos tienen tanto sentido. Mis hijas ya saben que deben tratar de ser felices y buenas. Todo lo demás es un relleno grandilocuente... Hacer lo que se pueda, en las circunstancias que nos toquen. Crecer desde la improvisación fallida. Actuar de buena fe, a sabiendas de que nadie es tan bueno como cree ser. Seguir en la ruta, pateando las certezas como si fueran latas vacías, sonriendo sólo cuando se te de la gana.

Autoestimándonos

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 Últimamente estoy harto de la agenda informativa de los medios y de los posteos y temas de las redes sociales.  En mi país, el campo de juego para los temas de actualidad está achicado con empecinamiento por los grupos "todo mal" y los grupos "todo bien", en contra o a favor de la gestión de gobierno. Me agota la estrechez de miras que nos da ese maniqueísmo furioso. Me agota, me subvierte, me crispa.  (Tomando en cuenta ese marco, yo ya debería estar tomando partido por Gobierno u oposición. Hay que elegir? Anotame en Gobierno y dejame de romper los huevos.)   Porque además de la política ejercida por los representantes, hay mucha política puesta en nuestras decisiones cotidianas. Todos tomamos partido, por acción y por omisión. Pero la partición que nos permite tomar partido, no tiene en todos los casos una sola rajadura, tiene más, son infinitas, no deberían reducirse a los nombres de las papeletas.

Redes

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Parate en la vereda y mirá para arriba. Al principio no los vas a ver, porque son tantos que se hacen invisibles. Cables. Muchos cables, cables de luz, cables de cable, cables de internet. Vista desde arriba, la ciudad debería verse con u ... na enorme redecilla. Cables negros que cruzan las esquinas. Suben los edificios. Se concentran en determinados puntos o desde allí se disgregan, dependiendo cómo se mire. Tal vez se diga que los cables nos conectan. A mí se me antoja que están ahí para que a la gente no se le ocurra volar.

Arlt relata el fusilamiento de Severino Di Giovanni. Maravilla

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“El condenado camina como un pato. Los pies aherrojados con una barra de hierro a las esposas que amarran las manos. Atraviesa la franja de adoquinado rústico. Algunos espectadores se ríen. ¿Zoncera? ¿Nerviosidad? ¡Quién sabe! El reo se sienta reposadamente en el banquillo. Apoya la espalda y saca pecho. Mira arriba. Luego se inclina y parece, con las manos abandonadas entre las rodillas abiertas, un hombre que cuida el fuego mientras se calienta agua para tomar el mate. Permanece así cuatro segundos. Un suboficial le cruza una soga al pecho, para que cuando los proyectiles lo maten no ruede por tierra. Di Giovanni gira la cabeza de derecha a izquierda y se deja amarrar. Ha formado el blanco pelotón fusilero. El suboficial quiere vendar al condenado. Éste grita: “Venda no”. ”Mira tiesamente a los ejecutores. Emana voluntad. Si sufre o no, es un secreto. Pero permanece así, tieso, orgulloso. Di Giovanni permanece recto, apoyada la espalda en el respaldar. S
  Lo que llamamos "realidad nacional" es cada día más la realidad porteña. Y a lo que llamamos "realidad" a secas es una contínua charla entre los periodistas del estrellato capitalino.   En esta dicotomía de los que apoyan o no apoyan el modelo (porque es de vida o muerte, está dicho que no hay opción para los puntos medios) hay un país entero que se nos vuelve invisible. Entre la desaparición paulatina de los corresponsales y el ombliguismo de los que fijan la agenda o desarman la ajena, millares de asuntos no existen. Y en ese punto, cada bando es funcional al de enfrente. Cuanta más mierda le tiran a Víctor Hugo, más se dedica el uruguayo a editorializar sobre la maldad (cierta) de Magnetto y menos, por ejemplo, a ocuparse de la falta de educación sexual en Salta, territorio del chupacirios aliado de Urtubey.   Sietecase contesta a la mersa del Martín Fierro que hay que ir a preguntarle cosas al poder económico. Pero jamás terminamos de decidir quién lo eje
En los edificios, los únicos que hablan, y sólo por las noches, son los baños. Un idioma de mierda y agua, de botiquines y mamparas. Lo descubrí muy tarde, al quitarle una pila de vida a un reloj despertador.

Replay: Carta abierta a la niñez de mi hija

Hola niñez. Iba a escribirte una carta de despedida cuando te fueras, pero decidí en cambio escribirte mientras aún estás. Porque los homenajes hay que hacerlos en vida. De todos modos, si miro para adentro, todavía está conmigo la niñez que supe tener. Aparece de vez en cuando, viendo la tele, jugando con Lari a los muñecos o cuando la adultez me arrincona y me pregunta cosas que no sé responder. Gracias niñez por estar con mi hija todavía, te lo digo mientras hacés tus valijas despaciosamente. Gracias porque otras, a esta edad, ya se han ido en un abrir y cerrar de ojos. Vos sabés que vivimos en un mundo que no las quiere a ustedes las niñeces. Hay pequeñas personas sin niñez porque, sencillamente, se las esperaba para poner en sus bracitos responsabilidades de grandes. Se las ve juntando cartones, vendiendo diarios, abriendo puertas, cuidando autos, acarreando hermanos, recogiendo frutillas con barro hasta las orejas. Hay humanos nuevos que por un rato fueron niños. Después vi

Afiche Festival Azabache

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zoología en primera persona

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Estoy copulando. Soy una liebre. Un gesto mecánico que repetimos asiduamente. Nos nace, nos lo pide el cuerpo. Los roedores en general creemos que el mundo es mejor con muchos de nosotros, el mundo ideal tendría muchas liebres. Será que nos sabemos un plato preferido. Un tema saberse comida. Y no es que lo decidimos hoy con esta liebre que ahora sale corriendo sin saludar. Abordamos cuestiones de forma colectiva, como una asamblea que durara siglos. Aquella liebre de allá, yo mismo y la liebre que mataban los cazadores de Napoleón, y la liebre sobre la que caían las flechas neandertales y la liebre que se quemó en Hiroshima, es como que todos somos la misma liebre. Distintos corazones, muchos kilómetros de intestinos, pero un solo concepto. Tenemos sí, cada cual nuestra historia. Un tío mío, por ejemplo, fue picado en el hocico por tres abejas. Le quedó un tic para siempre, como si todo el tiempo se las sacara con la pata. A un chico de la madriguera del otro lado casi lo pisa un cam

vote acá

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Estoy determinado a impulsar un nuevo espacio político. Como la idea se me ocurrió a mí, de momento es un movimiento absolutamente personalista. Todavía soy el líder indiscutible. Lo que no tengo son seguidores. Se me agolpan ideas en la cabeza y esas ideas me quitan el sueño. Un día de estos, junto a todos los que quieran venir a un predio enorme y les largo el choclo. Incluye una enorme traición: a la clase media conservadora les estaremos mintiendo que no nos enfrentaremos con el poder real; a los pobres les prometeremos que les daremos cosas sin necesidad de que muevan sus conciencias.  Iremos por el voto burgués con la corbata puesta. Una vez encaramados, nos sacaremos la máscara e instauraremos una dictadura del proletariado. De momento, ya he diseñado el logo. Se construye así: El fondo rojo anuncia que somos de izquierda. La letra "K" es la de mi apellido y los dos puntos son la diéresis en la "o". A la vez es una K con puntos suspensivos: el ki