Vi el domingo un documental de Patricio Guzmán acerca de su documental de antes, La Batalla de Chile, ese que relata el triunfo de la Unidad Popular con Salvador Allende a la cabeza. El nuevo, el de ahora (que en realidad no es de ahora sino del 96), el que presentó Bayer por Encuentro, es su vuelta a Chile del exilio, las matanzas pinochetistas, los sobrevivientes recordando a los desaparecidos, la confusión de los jóvenes en la historia sesgada. Se llama "Chile, la memoria obstinada". Me conmovió. Y me quedé pensando en nuestra generación, la mía. De qué va mi generación, pensaba. Porque cuando era chico nuestra generación era la siguiente, la que vino después de las matanzas, la que, tan desconocedora como la juventud chilena en democracia, empezó a asomar la cabeza del rincón del miedo adonde nos habían metido. Nos dijimos que había que continuar por los compañeros caídos, nos dijimos que había que atreverse a ocupar el espacio vacío. Nos quedaba grande la ropa y no