Muros

Soy de izquierda. No se me va a pasar, soy de izquierda y lo seré hasta el final. Soy zurdo, zurdito, zurdeli, pertenezco al zurdaje, tiro para ese costado siniestro, soy rojo, psicobolche, izquierdista, subversivo, tendencioso, politizado, ideológico. Le encuentro el pelo al huevo y la quinta pata al gato. Hablo en difícil, soy intelectualoide, garantista, ecologista, indigenista.
Tengo internacionalismo, odio de clase y padezco determinismo. 


Soy de izquierda.

Me banco, un día como hoy (aniversario de la caída del muro), que me declaren extinto, demodée, arcaico, anquilosado y obsoleto. Que den por superada la antinomia con la derecha. Que decreten improcedentes todas mis ideas.
 Tolero perfectamente que me enrostren una larga lista de barbaridades que se cometieron de mi lado. Es más, puedo exponer unas cuantas si me lo piden. Matar a la familia del zar, los gulags, las purgas personalistas, la hambruna china, las granjas de adoctrinamiento y la locura de Pol Pot. Aliarse con Braden, el foquismo, las mal leídas condiciones objetivas y subjetivas, el fusilamiento de un guerrillero por hacerse la paja, las vacilaciones del Chicho, la poca conciencia de la debilidad en Guatemala o en la República Española, la vocación militarista, los inmundos apoyos estratégicos a dictaduras, la inoperancia, la burocracia, las cartas de racionamiento, la rotura de pelotas de los cortes de calle, el demasiado asambleísmo, la zigzagueante voluntad de poder y hasta el mismísimo muro de la vergüenza...
Debe haber mucho más. Y por algún motivo en este pensamiento, prefiero admitir a Pol Pot antes que a la marcha con la Mesa de Enlace.
Como sea, desafío a que pongan todo eso en un platillo, que lo sometan al juicio de la historia, y a que del otro fiel de la balanza pongan al capitalismo y todos sus crímenes. Que se mensure también cuánto tiempo ininterrumpido viene gobernando el mundo, qué porcentaje de éste está lacerado por sus garras, cuántas iglesias le cantan loas, cuántos medios de comunicación le sirven, cuántos políticos, cuanta policía, cuantas leyes y tropas lo custodian. Que se diga finalmente quién es el responsable de este planeta injusto y de su riqueza concentrada (ahora que lo pienso, es lo primero a dejar establecido).
Si es por atrocidades cometidas en su nombre, qué pocas tiene la izquierda, comparada -por ejemplo- con la fe cristiana. Y sin embargo no parece ser una pesada cruz para el actual Papa, ni para ninguno de sus predecesores. 
Yo veo un izquierdista en Jesús, veo otro en Espartaco, el liberador de esclavos, se me antoja Mariano Moreno.

El capitalismo, el imperialismo, el colonialismo, las derechas te hacen una Batalla de Argel y se lavan las manos, te bombardean una Guernica y van echarse perfume, te voltean mil gobiernos y se ponen botox, te desaparecen a 30 mil y no terminamos de atraparlos a todos en 30 años.
Siento que sería muy sencillo hacerle lugar a la zurda verdad. Pasa que mis compañeros zurdos andan por aquí y por allá, medio amedrentados por su propia historia, o se cuelgan de la cola de algún cometa, o se hacen con el ala izquierda de partidos y movimientos. Son lo mejor de cada casa, pero nos viene faltando la autoestima, nos viene faltando sobreponernos a las minucias y el culto a la sigla, resistir y hacer resistir el canto de sirena de la razón económica enemiga.

Porque la hegemonía sabe ser hegemónica.

Yo seguiré con mi zurdaje, convencido de mis (nuestras) razones y objetivos, aunque sin una metodología demasiado clara. 
Sólo aspiro a que nuestro triunfo deje de esperarse como consecuencia de la autodestrucción del otro bando. 
Ellos no tienen un muro, tienen miles. Y mierda que dan vergüenza.

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