Master Chef extremo

Claro, el formato así lo amerita. Tanto en la edición americana como en sus franquicias por el mundo, la tónica general del programa es de bardeo y maltrato a los candidatos. 
Pero si de eso se trata, aquí les va como para mí debería ser un programa tipo (mucho más extremo):





Es el turno de Christophe, debe ser el primero en probar el platillo de Gustavo, del equipo azul. El ingrediente de hoy son simples lentejas (así lo habían anunciado hace una hora: simples lentejas). Camina dos pasos hacia la mesita. Gustavo retrocede uno y pone sus manos atrás, en gesto humilde. Christophe, el más grandote del jurado, mira el plato con remarcado desprecio, mira a Gustavo, mira el plato, toma la cuchara. Introduce apenas el cubierto y levanta lo que será su bocadillo de degustación. Antes de metérselo en la boca, lo está oliendo con asco y clava la mirada en Gustavo; tres minutos seguidos se la clava, con música de suspenso . Adentro. 
La cámara registra la primera masticada del juez. De repente, Christophe se pone lívido y abre los ojos como el dos de oro. Da una arcada en la que se le cae la cuchara de la mano. Todo el estudio se alborota. Aunque intenta detenerlo cerrando la boca, un primer hilo de vómito se abre paso entre sus comisuras y sale al aire. Gira sobre sí y corre hacia atrás y al costado y, apoyando una mano en una columna, empieza a lanzar profusamente, tosiendo y escupiendo al fin de cada parto de su estómago. Germán, el pelado, abandona la rigidez en la que esperaba solemne a que llegue su turno y corre a ver cómo está su colega. Pone una mano en su espalda. Alza la cabeza buscando al participante.
- Qué hiciste hijo de puta?! Nos querés matar HIJO DE RE MIL PUTAS? Eso querés, pedazo de sorete? - Por un instante vuelve hacia su compañero, quien doblado sobre su abdomen  vomita una y otra vez formando un charco marronáceo - Vení, matame a mí si tenés huevos, hijo de puta, asesino!!!!
 El plató central del programa se ha convertido en una colección de seres humanos desbordados y es evidente que hasta el director del envío ha perdido el control. Cámara 2 enfoca el piso, a un metro de Crhristophe que vomita y Germán que lo consuela temblando  y de rodillas con las manos en su calva, allí está Donato, en posición fetal. Tomándose las rodillas y con la boca abierta contra el suelo, llora desconsoladamente. Se le oye gemir "mamita, llevame con vos, mamitaaaa".
  Alguien de producción toma una cámara que, arrancada de su trípode, es ahora subjetiva y amateur, se mueve, camina. Trata de enfocar al grupo azul que grita de manera histérica. Finalmente descubre el porqué, haciendo zoom sobre el fondo del área de cocinas. Gustavo pende de una soga que consiguió atar a la parrilla de las luces. Se escucha un "dios mío" del improvisado camarógrafo. Gustavo se autoeliminó.
 El director poncha ahora una camarita de mano que sostiene Mariano Peluffo. Al mejor estilo del proyecto Blair Witch, se enfoca sólo. Un primerísimo primer plano contrapicado muestra sus lágrimas y sus mocos que barnizan su rostro desencajado. "Todo terminó, amigos, ya las remé todas, todas las remé". La cámara cae al piso, quedando la toma en un plano bajo. Se ven los zapatos de Peluffo alejarse a toda carrera. El estudio de Telefé reverbera con gritos de horror y ruidos metálicos.
El switcher master del canal manda el logo de telefé y seguidamente un capítulo empezado de Los simpsons.

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