Lápices

A la noche de esta noche la perdí entre muchas noches, la puse con la noche larga que representa a todas las terroríficas noches de la dictadura.
Veo sus caras y son todos mis hijas. Tienen, pegados en el cartel, esa miradita llameante contra la patria injusta.
Veo sus caras y son todos mis compañeros, igual que los otros, los que no reclamaban un boleto estudiantil.
Nadie tiene coronita entre mis compañeros!
Los chicos de La Plata fueron (son) el símbolo que hizo falta para denunciar la crueldad. Cuando fue necesario decir que no todos desparecieron por elegir la vía armada. ¡Si hasta los chicos se llevaron!, ¿no lo ven?.
Pero el tiempo acomodó la historia, y van nuestros queridos pibes apiñados en el camión de Blaquier, van con los delegados de la Mercedes Benz, van con los curas villeros, con los abogados laboralistas, se acomodan como pueden junto al cuerpo de Walsh.

Pero no, tienen que bajar.
Perdón compañeritos, los necesitan en la escuela.
Saben qué pasa, nunca se vacía del todo el Jarabe del Olvido.
Vengan y digan que estuvieron aquí. Vengan y arenguen a los pibes.
Vengan y díganles que hay que aguantar los trapos, que hay que pelearla si vuelven.
Vengan chicos, que nunca sobra la rebeldía y nunca falta el que ve en ustedes un peligro (y lo bien que hacen),
Esta noche, entre tantas noches, nos faltan sus lápices, sus queridos lápices.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Vea, le diré que es usted un distraído al añorar los lápices de aquellos chicos.
Aquellos chicos no han de venir a arengar a estos chicos. Aquellos supieron dejar plasmada su obra y pensamiento con lápices de trazo indeleble. Y por si estos chicos anduvieran distraídos, como les suele suceder a mis hijos, pues al fin y al cabo es parte de sus derechos el crecer paulatinamente sin apuros, han quedado escondidos entre la gente lápices mágicos. Lápices, que animados por el espíritu de solidaridad y justicia, vuelcan las letras necesarias para que estos chicos dialoguen con aquellos y sepan cuál es el sendero de la dignidad a seguir.Y para que algunos de nosotros, otrora chicos distraídos e ignorantes de aquellas épocas, hoy nos mantengamos atentos para que no vuelvan a romper el ejercicio de redacción de la historia que están confeccionando estos chicos.
Siga siendo uno de esos lápices.
Síganos contando más cosas como estas que escribió, y no le dé bolilla a ese brillo extra en nuestros ojos. Al que resbala por el cachete tampoco. Un abrazo
SERGIO